miércoles, 9 de julio de 2014

MENOS SAMBA Y MAS TRABALHAR

Cuando empecé a plasmar mis tontadas en este blog, me prometí a mí mismo que no iba a hablar de fútbol ni de política. Lamentablemente, la actualidad alimenta las reflexiones ekronianas de tal manera que me va a ser imposible cumplir mi promesa... (Para el que se haya asustado, tranquilo que ¡no voy a hablar de política!... ¡Aún!).

Lo que pasó ayer en el estadio de Belo Horizonte fue simplemente histórico: la Alemania del Fútbol total, del toque, del tiki-taka; le hizo un siete a la Brasil de Neymar, a la Brasil de SU mundial.

La cosa ya pintaba mal cuando, en cuartos, un colombiano le hizo la caidita de Roma a Neymar y a Thiago Silva le sacaron la tarjetita amarilla. Pero nada hacía presagiar la debacle...

El estadio estaba precioso: tropecientosmil brasileños cantando el himno de su país a capella (no sé porqué motivo el himno de la fifa es más corto) con la seguridad de que Dios, el arbitro o una abducción extraterrestre iban a hacer que Brasil jugara la final del mundial y la ganara. Los once jugadores vestiditos de amarillo y azul preparados para la samba... ¡Pero no contaban con el rodillo alemán!

El partido empezó (permitidme el símil) como la lucha por un filete entre un cachorro y el jefe de la manada. Brasil salió a toda prisa, corriendo sin criterio; y Alemania, perfectamente colocada en su sitio, esperando para dar el zarpazo. Y así fue, cuando Brasil se cansó de correr, Alemania activó la maquinaria y ¡le colocó cinco roscos en 17 minutos! Simplemente impresionante... Alemania no se dejó despistar ni por la samba, ni por las brasileñas en la grada, ni por la rumorología de que "este es un mundial de los americanos". Frialdad, saber estar y, sobre todo, lección de fútbol; así se gana un mundial (a pesar de que yo seguiré animando a MI Argentina, creo que este mundial ya lo ha ganado Alemania).

Y así acabó la andadura de una selección de Brasil llena de controversia y que parecía que se iba a llevar SU mundial de calle, de que Neymar iba a ser el nuevo Pelé y de que la pésima organización se iba a olvidar con la alegría de la victoria. Ahora sí que... ¡MENOS SAMBA Y MAS TRABALHAR!

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