Cuando empecé a plasmar mis tontadas en este blog, me prometí a mí mismo que no iba a hablar de fútbol ni de política. Lamentablemente, la actualidad alimenta las reflexiones ekronianas de tal manera que me va a ser imposible cumplir mi promesa... (Para el que se haya asustado, tranquilo que ¡no voy a hablar de política!... ¡Aún!).
Lo que pasó ayer en el estadio de Belo Horizonte fue simplemente histórico: la Alemania del Fútbol total, del toque, del tiki-taka; le hizo un siete a la Brasil de Neymar, a la Brasil de SU mundial.
La cosa ya pintaba mal cuando, en cuartos, un colombiano le hizo la caidita de Roma a Neymar y a Thiago Silva le sacaron la tarjetita amarilla. Pero nada hacía presagiar la debacle...
El estadio estaba precioso: tropecientosmil brasileños cantando el himno de su país a capella (no sé porqué motivo el himno de la fifa es más corto) con la seguridad de que Dios, el arbitro o una abducción extraterrestre iban a hacer que Brasil jugara la final del mundial y la ganara. Los once jugadores vestiditos de amarillo y azul preparados para la samba... ¡Pero no contaban con el rodillo alemán!
Y así acabó la andadura de una selección de Brasil llena de controversia y que parecía que se iba a llevar SU mundial de calle, de que Neymar iba a ser el nuevo Pelé y de que la pésima organización se iba a olvidar con la alegría de la victoria. Ahora sí que... ¡MENOS SAMBA Y MAS TRABALHAR!
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