martes, 30 de septiembre de 2014

¿TE GUSTA EL COMPRESOR?

En una noche de esas en que no puede pegar ojo de ninguna manera, después de intentarlo todo (das vueltas, lees, te levantas, te vuelves a acostar...), te pones la tele y ¿qué están echando? Una de los fenómenos más ricos y agradables de la historia: ¡la teletienda! ¿Quién no ha visto alguna vez algo de la teletienda y no ha tenido ganas de llamar para comprárselo todo?

Yo recuerdo la teletienda desde que llegaron las cadenas privadas. Antes de eso sólo existían "la primera" y "la segunda" cadena; pero unas nuevas cadenas irrumpieron en el panorama televisivo con programas fresquitos y nunca vistos: Oliver y Benji, el VIP (en sus versiones de mañana, tarde, noche, entretiempo, merienda, etc), Ay que calor (con Jesús Gil metido en un jacuzzi rodeado de tías enseñando los melones) y, por supuesto, la teletienda...

Y esque la teletienda es un fenómeno que se te queda fijo en tu memoria, nunca se va:

"¿Te gusta el compresor? Llama a este número..." Esta es la frase estrella de las teletiendas. Una bella muchacha te invitaba de manera sugerente que llamaras al número para comprar... ¡un compresor de aire! Que gran campaña... ¿Cómo no te ibas a comprar el compresor? No lo necesitabas y jamás lo ibas a usar, pero ¡que importa! Un bellezón (estilo ochentero, todo sea dicho) te está preguntando si te gusta su compresor... ¡Pues claro que me gusta!

Otro clásico de la teletienda es el colchón resfor. Sí, he dicho resfor... Porque la campaña de venta sería irresistible, pero nadie en este país aprendió a decir bien el nombre. Un colchón que se hincha sólo aunque tu prima esté tumbada encima... ¡maravilloso! Lo que no te contaban en el anuncio era que, una vez hinchado por primera vez, nunca lo podías deshinchar del todo y plegarlo para meterlo en el armario sin que te ocupase el doble de espacio que cuando lo compraste...

¿Quien no recuerda, al menos, un anuncio de cuchillos mágicos? Esos cuchillos que cortan perfectamente esas cositas que acostumbras a cortar con un cuchillo de cocina: latas de coca-cola, clavos, la puerta de tu coche... Los primeros que recuerdo se llamaban "cuchillos ginsu". Yo creo que siempre son los mismos cuchillos y les van cambiando el nombre. Total, como nunca se desafilan...

El mundo teletienda es estupendo, hay de todo y todo muy útil para la vida diaria: gafas de sol que se pegan al parasol del coche, la batamanta, un pelador de patatas automático, un rosario electrónico (con la voz de Juan Pablo II), una almohada con brazos para los que no quieren dormir solos...
 
La teletienda es increíble.

lunes, 15 de septiembre de 2014

BENDITA INFANCIA

Situación 1:
     Sábado, sobre las 8 de la tarde, sentado en una silla de madera en una plaza llena de gente. Rodeado de niños...
Desarrollo 1 (conversación):
     - ¿Cómo se llama eso que tocas?
     - Clavicordio.
     - ¿Cómooooo?
     - Es un clavicordio... ¿No sabes lo qué es?
     - No, pero ese nombre parece de gato de bruja (increíble asociación de una mente infantil).
     - ¿Así le llamarías a tu gato?
     - No, porque yo no soy una bruja (respuesta evidente, se la puse en bandeja).
     - Que noooo... En realidad es un trombón de varas.
     - Ahhhh, ya lo sabía!!! ¿Y cuesta mucho dinero?
     - Más que tú
     - Halaaaa... Más que yo no porque yo cuesto la vida.
     Me dejó sin palabras...

Situación 2:
     Mismo sábado, como diez minutos más tarde, sentado en la misma silla. Tocando los últimos temas...
Desarrollo 2:
     Un niño de rasgos orientales se sienta en el suelo con el bello propósito (o eso creía yo) de escuchar la música. Pienso: "que niño  más mono"... De pronto, no se le ocurre mejor cosa al niño que tirarnos chinitas del suelo. Que pasa, ¿que no había unos padres con ese niño?

En fin, como ya escribí en otra ocasión, bendita infancia...

jueves, 11 de septiembre de 2014

11-S

Hoy hace trece años que fui testigo de uno de los acontecimientos más desagradables de la historia de la humanidad: el ataque a las torres gemelas de Nueva York.

Y no quiero escribir este post para regocijarme en la tragedia, ni para dar pena, ni para posicionarme en ningún idealismo social, político y/o religioso; sólo quiero que sirva de recuerdo a un acontecimiento histórico importante. Y, seamos realistas, las mayores tragedias son las que más se recuerdan: guerras, asesinatos, conquistas, etc.

Pero lo que más me llama la atención de aquel hecho es la capacidad de reacción de los estadounidenses. Han tardado solamente 13 años en limpiar los millones de escombros que generan dos edificios de 110 pisos y más de 400 metros de altura y sustituirlos por ¡cinco nuevos rascacielos, una terminal de metro y un monumento en recuerdo a los 3.000 fallecidos! ¡13 años!... ¿Hace cuántos años se cargaron el partenón de Atenas? ¿Y el Coliseo romano? ¡Pero si llevan toda la vida reparando las carreteras de mi Mordor natal y todavía no han terminado! No es por adular a los americanos pero hay que reconocer que en el tema reconstrucción nos llevan ventaja...

Todavía recuerdo el 11 de septiembre de 2001. Vi la noticia del atentado por la tele, presentado por el incombustible Matías Prats (¿cuántos años tiene este hombre? ¿Se bañará en leche de burra para mantenerse siempre igual?) y después me fui a clase en el conservatorio. Supongo que de la emoción se me cayó mi Nokia 3210 por las escaleras... No es comparable, ¡pero para mí fue el drama del día!

miércoles, 10 de septiembre de 2014

ME GUSTA CONDUCIR

Me encanta conducir... Creo que es una de las cosas que más me relajan de todas las que hago.

Y es curioso porque todo el mundo sabe que, cuando te montas en el coche, con el contacto del motor también se enciende el instinto ganasdebronca que todos tenemos oculto en nuestro cerebro. Nos montamos en el coche y, como no nos oyen desde fuera, la valentía se nos multiplica por mil y soltamos los mayores improperios que somos capaces de ingeniar. Da igual que tú tengas razón o no (que seguramente no la tienes)... ¡lo que mola es insultar al otro!

Tú vas por una autopista a 250 por hora, por el carril contrario, por la noche sin luces, con una mano en el volante y la otra buscando petróleo en un agujero de la nariz... Y, después de insultar a todo el que se te cruza, aún te auto-justificas: "¡¡esque están locos!! ¿Dónde se han sacado el carnet de conducir? Parece que lo regalan con las tapas del yogur..."

Pero a pesar de todo esto, me relaja mucho conducir... Es mi momento relax... Me gusta montarme en el coche, poner la música a tope y berrearla a pleno pulmón. Me gusta conectar el móvil al bluetooth y llamar desde el coche: "Sí, ya sé que se oye mal, pero esque te estoy llamando desde el coche". Muchas veces dejo de llamar a alguien directamente desde el móvil y pienso "ya le llamaré más tarde desde el coche".

Me gusta bajar las ventanillas y que el aire me dé en la cara. El coche tiene aire acondicionado, pero prefiero el aire contaminado de la calle. Esto conlleva subir el volumen de la radio casi hasta el límite de hacer estallar los tímpanos porque, con el ruido de la calle y del aire, ¡no oyes nada!

Conducir es un placer bastante caro, las cosas como son. Como se suele decir "el coche es un sacadineros"; y es verdad, cualquier cosa relacionada con el coche es cara: la gasolina, los recambios, las averías, los talleres, lavarlo (esto, afortunadamente, es muy poco frecuente)...

Lo de la gasolina es una cosa que no entiendo: da igual que el petróleo valga menos, que el gobierno baje los impuestos (jajajaja, sólo de escribir esto me da la risa), que en la prensa digan que la gasolina está más barata; tú vas a tu gasolinera de siempre y ¡la gasolina está unos céntimos más cara que la última vez!

Lo de los talleres también es tremendo: llevas el coche a la revisión y el mecánico te va a cobrar un dineral por abrir el capó y volver a cerrarlo para decirte cualquier tontería que no vas a entender "uffff, tienes roto la junta de la trócola y desgastado el cigüeñal... pero además de esto deberías cambiar los discos de freno y los filtros del aire... En total serían dos nóminas completas, un riñón y la dentadura de oro de tu abuela".

Lavar el coche también tiene lo suyo. Existe la opción de llevarlo a una empresa especializada; esto lo hice una vez cuando llegó un momento en el que ni siquiera me atrevía a lavarlo yo por miedo a que me mordiera algún bicho o encontrar algún resto prehistórico. Pero normalmente suelo ir a lavarlo a esos sitios en los que hay mangueras y aspiradores que funcionan con monedas... Tardas dos horas y unos 15€ en darle un lavado de cara al coche (porque nunca lo acabas de limpiar a fondo) y te das cuenta de que, por 10€ más, alguien lo puede hacer mejor y más rápido que tú... Y siempre sales pensando: "La próxima vez lo llevo a que me lo limpien".

Me encanta conducir...