jueves, 11 de septiembre de 2014

11-S

Hoy hace trece años que fui testigo de uno de los acontecimientos más desagradables de la historia de la humanidad: el ataque a las torres gemelas de Nueva York.

Y no quiero escribir este post para regocijarme en la tragedia, ni para dar pena, ni para posicionarme en ningún idealismo social, político y/o religioso; sólo quiero que sirva de recuerdo a un acontecimiento histórico importante. Y, seamos realistas, las mayores tragedias son las que más se recuerdan: guerras, asesinatos, conquistas, etc.

Pero lo que más me llama la atención de aquel hecho es la capacidad de reacción de los estadounidenses. Han tardado solamente 13 años en limpiar los millones de escombros que generan dos edificios de 110 pisos y más de 400 metros de altura y sustituirlos por ¡cinco nuevos rascacielos, una terminal de metro y un monumento en recuerdo a los 3.000 fallecidos! ¡13 años!... ¿Hace cuántos años se cargaron el partenón de Atenas? ¿Y el Coliseo romano? ¡Pero si llevan toda la vida reparando las carreteras de mi Mordor natal y todavía no han terminado! No es por adular a los americanos pero hay que reconocer que en el tema reconstrucción nos llevan ventaja...

Todavía recuerdo el 11 de septiembre de 2001. Vi la noticia del atentado por la tele, presentado por el incombustible Matías Prats (¿cuántos años tiene este hombre? ¿Se bañará en leche de burra para mantenerse siempre igual?) y después me fui a clase en el conservatorio. Supongo que de la emoción se me cayó mi Nokia 3210 por las escaleras... No es comparable, ¡pero para mí fue el drama del día!

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